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DOMINGO IIIº de Pascua 23 de Abril de 2023

«Quédate con nosotros porque atardece


En estos domingos de Pascua se acrecienta nuestra fe por los encuentros de Jesús Resucitado con los Apóstoles y discípulos. Creemos en la experiencia de estos encuentros: «dichosos los que crean sin haber visto».

Dos discípulos decepcionados, sin esperanza, iban caminando la mañana del domingo, «a una aldea llamada Emaús»; han emprendido el camino del olvido, el regreso a su vida anterior porque habián presenciado el fracaso de Jesús como Mesías. En ese camino, otro Caminante desconocido se les unió; en la conversación los dos discípulos le comentan lo que ha pasado en Jerusalem el viernes; el desconocido les recuerda las profecías referidas al Mesía que tenía que padecer la muerte y resucitar; ellos, aturdidos por la tristeza, no le comprenden.
cuando le invitan a cenar, le reconocen al partir el pan…ël desaparece de su vista; caen en cuenta que su corazón ardía mientras les explicaba las Escrituras; emprenden el camino de vuelta a Jerusalem; cuentan su experiencia a la Comunidad de los Apóstoles, la encuentran alborozada porque el Resucitado se ha aparecido a ellos también; este entusiasmo comunitario culmina el día de Pentecostés; desde ese día en que el Espíritu Santo les transforma, sienten la urgencia de la Misión para anunciar que el crucidficado Vive y que, en su nombre, se nos perdonan los pecados. El Espíritu les aclaró todo acerca de Jesús y cambiaron y nosotros con ellos: nos urge a convertir le tristeza en alegría, la soledad en fraternidad comunitaria, la huida y el miedo en misión que da testimonio del Resucitado; partimos el Pan y compartimos la vida en actitud de servicio. En estas obras reconocemos al Resucitado y resucitamos con Él y en Él.

S.Pedro se enfrenta a la increencia de los judíos: vosotros matásteis a Jesñus, hombre de Dios, el Profeta que realizó entre vosotros «milagros, signos y prodigios» (1ª lectura). Pilato lo colgó en una Cruz, pero Dios le resucitó.

Lo que aconteció a Jesús en la Pascua transforma nuestra existencia en sendero de vida; en Él y en nosotros -si creemos- se cumple el salmo 15: «no le dejarás conocer la corupción; me has enseñado el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha».

La muerte de Cristo fué inmolación del Cordero por los pecados; Cristo-cordero-santo nos rescata con su sangre; podemos corresponderle con nuestra fe; Él es «nuestra esperanza» (2ª lectura).

Oramos: «Quédate que ya es tarde, si Tú nos dejas se apagarán las estrellas; si Tú te marchas moriremos de tristeza, no superaremos los odios, las envidias y rencores y tu entrega habrá sido en vano, Señor…Tú estás siempre en medio de nosotros; si hay ausencias son las nuestras; sedúcenos como a los de Emaús, Amén».

Jaime Aceña Cuadrado cmf.

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